
De los tres penales que conozco este fue el peor, en el sentido del desorden, la mala alimentación, la mala atención médica, la casi nula atención dental, la corrupción, los abusos y maltratos. Para fin de que no sufrieras una grave desnutrición, si acaso tenías dinero, podías solicitar vía telefónica a un mandadero que te ingresara al penal verdura y fruta de la permitida para tu consumo, así como carne de la permitida que podías guisar en una parrilla eléctrica.
Las personas que no tenían visita, o que no contaban con el apoyo de nadie, trabajaban lavando ropa ajena a dos pesos la pieza, o haciendo aseos por 10 pesos.
Como interno, te obligan a hacer aseo tanto de la estancia donde vives, como de áreas comunes. En colima había mucha superficie de tierra, por lo que nos ponían a quitar el zacate o pasto con las manos y en cuclillas, ya que la herramienta no servía o simplemente no había.
En Colima hubo un director muy bueno ALEJANDRO GUERRERO GUERRERO. Es un hombre justo y que trataba de apoyar a las internas a tener oportunidades de trabajo y de que se vendieran sus productos, además impulsó las actividades culturales apoyando al área de música a la que yo pertenecía (aprendí a tocar el guitarrón), formamos un pequeño mariachi y nos dio permiso de ganar un poco de dinero tocando canciones. Tres canciones por 50 pesos los días de visita.
Hubo después un director muy malo JOSE ALFREDO LARA GUERRERO, el cual no permitía que los grupos de ayuda (religiosos o de clubes altruistas) nos apoyaran como internas, ya que eventualmente hacían donaciones y actividades, él les decía que nosotras no merecíamos nada, que no nos trajeran nada y les negaba los accesos, trataba a gritos al personal de la propia institución, trabajadoras sociales y demás colaboradoras y a nosotros como internas nos hacía comentarios misóginos y a varias internas las humillaba gritándoles frente al consejo técnico en la sala de juntas.
Nos quitó tiempo de visita, nos quitó oportunidades de trabajo, nos restringió la entrada de muchos alimentos y cosas para obligarnos a comprarlas en las tiendas del penal, además, comenzaron a suceder cosas (supuestamente prohibidas) que nunca antes había visto en ningún penal.
Personalmente sufrí su acoso, maltrato y pretendió quitarme mi trabajo por haber alzado la voz respecto a algunos aspectos de nuestros derechos que se estaban saliendo de control, pero afortunadamente pude hablar con el Director General de los Ceresos del Estado de Colima JOSE ABEL SAUCEDO ROMERO. Y en presencia de todo el consejo técnico, pude expresar lo que pasaba y el Director Abel me indicó que no me preocupara que yo siguiera como hasta ahora. Y así termino ese asunto.
También tuve experiencias enriquecedoras, porque como maestra mis alumnas y compañeras del penal me compartían sus historias de vida y me tenían un aprecio especial. Hubo quien me dijo: “ah maestra, usted es muy buena gente, a mí nunca nadie me había hablado así como usted, que me habla bonito, como si me quisiera”.
Era una alumna que había vivido violencia intrafamiliar terrible, su papá la había violado desde los 8 hasta los 14 años que se escapó de su casa. Ella consumía drogas desde los 9 años y como resultado de las violaciones fue madre a los 13 años. Estaba recluida porque al ser drogadicta, su mamá había conseguido una orden de restricción para que no se acercara a su hija la cual vivía también con el violador, ella fue a buscar a su hija para tratar de llevarla con ella y evitar que ahora este hombre abusara de su hija. Por lo que la mamá llamó a la policía y como tenía una orden de restricción, la llevaron a prisión.
Cuando yo veía y escuchaba esas historias no podía evitar sentir compasión por esas personas que son lo que ahora son porque cuando fueron niños no hubo quien los protegiera o les diera los cuidados mínimos que necesita un ser vivo, mucho menos algo de cariño y respeto, es por eso que ahora sienten ese profundo odio hacia la vida, el mundo, la gente y hacia su propia existencia.
Y comprendí que la única diferencia que existe entre ellos y yo, es que nacimos en lugares diferentes y que si yo hubiera vivido lo que ellas, seguramente sería un “cáncer” para esta sociedad, como lo son ellas.