Las lógicas patriarcales, elitistas, clasistas, capacitistas y capitalistas piensan el trabajo en términos de producción y productividad, de ganancias e intercambio de la fuerza de trabajo por dinero. Lógicas que han relegado a trabajadoras del hogar, cuidadoras, jefas de familia y buscadoras, del reconocimiento de su trabajo en los términos empoderantes y emancipatorios de la clase obrera, negando con ello que su trabajo sea trabajo, válido y con derecho a ser reconocido con los beneficios sociales, jurídicos y económicos que conlleva.
A la fuerza de trabajo de mujeres que componen las labores del cuidado de personas adultas mayores, hijas, hijos o personas con discapacidad; del mantenimiento del hogar, de las labores de cocina y limpieza, así como de la búsqueda de justicia, verdad y memoria, históricamente no se les reconoce su contribución a la vida pública del Estado y a la dinámica económica de los países, se piensan sus trabajos como obligación o caridad, y viven en la precarización al ser un trabajo no remunerado o no cercano a las prestaciones básicas que la Ley del Trabajo ordena.
Estos trabajos, al no contar con el reconocimiento jurídico, social y económico, están abiertos a la explotación de las mujeres y personas cuidadoras, buscaras y jefas de familia, con horarios interminables, expuestas a múltiples violencias y enfermedades.
En este sentido, es necesario repensar los hechos históricos que conmemoran luchas emancipatorias, para incluir, como en el Día del Trabajo, a todas aquellas mujeres que, a lo largo de generaciones, han sido piezas fundamentales en la vida pública y la economía de todos los países, como un ejercicio de memoria y justicia, y, como recordatorio de la urgencia por incluir, en el marco jurídico del trabajo, a todas aquellas trabajadoras no remuneradas como lo son cuidadoras, buscadoras y jefas de familia.
Por la verdad, la memoria y la justicia.
Por el trabajo digno y remunerado para todas las mujeres.
Porque vivas y libres nos queremos.